sábado, 31 de mayo de 2008

No es correcto dejar olor en el baño después de defecar. El spray-desodorante crea un batiburrillo de olores en los que es casi peor el remedio que la enfermedad. ¿Qué hacer, entonces? Dado que el mal olor lo provocan los llamados hidrocarburos aromáticos, lo científicamente correcto es el encender un fuego que consuma los gases. Como me dijo mi querido Marc un día, al salir del wc, “¿Has hecho caca? ¿Has encendido una cerilla?”. Es por ello que, en mi váter, cuando veo que el peligro acecha, enciendo una vela de Ikea que, adhocráticamente tengo cerca de la taza (junto con sus respectivas cerillas).

¿A dónde quiero llegar con todo esto? Primero, a que toméis ejemplo. Y, luego, a una curiosa reflexión. Cuando apago la vela, el olor a cera resultante hace que mi váter tenga aroma no a hez, sino a iglesia. ¿Qué puede tener que ver nuestro señor Jesucristo con el fecho de facer de vientre? Creía que nada, y que mejor haría en realizar tareas del hogar que en reflexionar sobre tonteridas. Pero, al final, resultó que sí había un vínculo entre Dios y el olor a caca.

Dicen que no le han añadido cuescos, sino que han restaurado los que la televisión hacía desaparecer en la sonorización. Viendo las caras de este celebérrimo telepredicador, queda meridianamente claro que el Señor se expresa a través de sus esfínteres. En conclusión, no debéis avergonzaros de vuestros pedos. Al igual que en ciertas culturas se eructa después de una copiosa comida como signo de buena educación, pensad que, cada vez que os contenéis un cuesco es como si estuvieseis volviendo a crucificar a Cristo. Si lo que os causase embarazo fuese más la olor que el melodioso sonido, podéis comprar un cirio pascual y llevarlo por las estancias donde os penséis peer: seréis doblemente píos y santos. Ved otro vídeo de nuestro predicador favorito para reafirmaos en esta noble convicción.

Reflexión final: si se hubiesen restaurado los pedos divinos en el discurso de un buen musulmán. ¿Estaríamos ante una guerra santa? ¿Mereceríamos la extinción de occidente por herir los sentimientos religiosos de la gente? Y que nadie me llame facha. ¿En qué momento pasó la izquierda a defender el fanatismo religioso, la mezquita en el gobierno y las teocracias de cualquier signo? ¿Por qué no meterse con la gente que considera que ridiculizar una ideología – sí, amiguitos, la religión no es más que una ideología – merece la pena de muerte? Llevamos demasiado tiempo en el que la izquierda, en vez de pensar por sí misma, parece simplemente llevar la contraria a lo que diga el Jiménez Losantos de turno. ¿Así que podemos meternos con el Opus Dei, Ratzinger y cagarnos en Dios pero los sentimientos de los seguidores de Alá son tema tabú? Un poco más de coherencia, señores. Yo estoy dispuesto a aceptar ver un vídeo de Hans Magnus pediéndose, o caricaturas que denigren a Adriano Pappalardo, así que quien crea que el fuego destructor lavará las ofensas que a él le hagan sólo merece que Dios, desde mi recto, entre directo en su boca para purificar su alma enferma.

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